martes, 1 de noviembre de 2011

¿Por qué ese miedo a curarse?

Llevo bastante tiempo en terapia, últimamente más porque he tenido una recaída y parece que vuelvo al punto de partida; atracones seguidos de ataques de ansiedad incontrolables y noches sin dormir... por suerte no he vomitado, pero tengo miedo de caer... pero creo que he caído porque todo estaba yendo demasiado bien. Quiero decir, que sentía que todo volvía a ser como antes; volvía a comer bien, parecía que todo estaba bajo control. Pero entonces surgió ese miedo: si me curo, todo volverá a ser como antes, cogeré peso, estaré gorda, la gente no me querrá... Ahora que lo escribo parece estúpido e increíble que esos pensamientos lleguen a dominarme y a llevarme a una recaída, pero lo cierto es que lo han hecho. 
No dejaba de darle vueltas a esa vocecita que me va repitiendo que tengo que estar delgada, que como demasiado, que cómo se me ocurre merendar unas galletas o pasarme con el desayuno. Pero lo peor es cuando llega el atracón, entonces sí que me domina completamente. Y me siento inútil, pequeña, sin fuerzas, como si no pudiera hacer nada contra mí misma, porque lucho contra eso, contra mí misma, pero en realidad no soy yo. Y es eso lo que más miedo me da. Me cuesta mucho expresar mi miedo a curarme, parece una tontería de niña mimada, y quizás lo sea pero me hace sufrir hasta un extremo que no es normal. Pero por otro lado sé que quiero curarme, porque esto es un infierno por el que no quiero seguir pasando día a día, para siempre. Ese miedo es mayor. Lo que no entiendo entonces es: si sé que debo curarme, si sé que debo coger peso, que la normalidad es buena, ¿por qué tengo miedo entonces? 
Puede que la enfermedad ha sido mi coraza, mi forma de aislarme de todos los otros problemas: en casa, en el colegio... Y el curarme significa enfrentarme a ellos, es decir, madurar, crecer. Y ese es un miedo razonable, pero que no tiene nada que ver con la comida. Entonces, creo que la clave está en trasladar ese miedo a la comida al miedo a crecer, enfrentarme a él y dejar el tema de curarse a eso, algo que debo hacer y a lo que no debo temer, porque es algo bueno. Parece fácil dicho así, pero sé que será un proceso largo y que me costará horrores. 
Sólo espero poder volver a levantarme, poder volver a andar hacia donde estaba y dejar de sentir todo lo que estoy sintiendo. Porque la verdad es que volvía a sentirme bien y yo misma he destruido esa estabilidad. Así que a seguir luchando para dejar esta autodestrucción. Mucho ánimo a toda esa gente que ha recaído y tiene que volver a levantarse, y a todas la personas que siguen luchando día a día. 

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Pedir ayuda no nos hace débiles.

Habitualmente leo en un foro historias de diferentes chicas en mi situación. Algunas de esas chicas que escriben se sienten perdidas, confundidas porque no saben bien lo que les pasa, pero sobretodo tienen miedo. Todas tenemos miedo, pero en el fondo todas sabemos que lo que hacemos está mal. Pero nos da miedo curarnos, en el fondo todas queremos pero le tenemos pánico a la "vida normal" y nos refugiamos en la enfermedad. Pero llega un momento en el que tu yo no enfermo estalla y pide ayuda. Aunque no sea directamente, aunque sea con la mirada, pero pide ayuda. Esa ayuda es muy importante, sin esa ayuda no se puede salir de esto. 
Así que, por favor, a todas las chicas o chicos que tienen miedo, que saben que necesitan ayuda, por favor, que la pidan, que no dejen que esta obsesión se apodere de ellos un día más, porque es una batalla que se puede ganar. Hay muchas piedras en el camino, muchísimas recaídas, pero vale la pena luchar por salir de esto, vale la pena recuperar tu vida.
¿O no os gustaría volver a reír, volver a soñar, volver a pensar o volver a llorar por otra cosa que no estuviera relacionada con vuestro cuerpo? 
Pedir ayuda no nos hace débiles, somos valientes al reconocer nuestros problemas y al reconocer que no podemos con ellos solos. Así que, sin miedo, PEDID AYUDA.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Vuelta a la rutina...

Mañana volverá todo a la normalidad; como adolescente, debería estar en plena depresión post-vacacional, pero la verdad es que tengo ganas de volver a la rutina de siempre. Creo que me ayudará a no concentrarme tanto en mi enfermedad, y, al tener más cosas que hacer, pasaré menos tiempo comiéndome la cabeza con mis pensamientos.
A veces lo pienso: una persona puede estar muy angustiada por algo, pero si se distrae, si encuentra otra cosa que hacer, que le ocupe tiempo y pensamientos, se olvida completamente de el tema que le angustiaba hasta que vuelve a estar sin nada que hacer. Es como lo de "un clavo saca a otro clavo".
No sé, me siento optimista estos días. Aunque he tenido alguna que otra recaída, lo reconozco, pero he sabido levantarme y aquí estoy. La verdad es que últimamente me he estado comiendo la cabeza intentando averiguar cómo empezó todo esto, pero la verdad es que no he conseguido averiguarlo. Yo creo que siempre fui un poco así, y al pasar por un cambio en mi vida se acentuó la enfermedad.
Vuelvo a tener insomnio, pero he subido de peso. Aunque sé que eso es algo bueno, no me siento bien con mi cuerpo y no quiero engordar más aunque sé que debo hacerlo. Es muy contradictorio. Sólo quiero tenerlo todo organizado, controlado, la rutina que tanto odio cuando la tengo y tanto echo de menos en vacaciones... Parece que toda mi vida es una contradicción en sí.
También he estado comiéndome la cabeza con otro tema: ¿de verdad se puede salir de esto? Es decir, yo leo mucho sobre el tema y hay muchos casos en los que, si la enfermedad no se trata a tiempo, se cronifica. Pero lo que yo me pregunto es; ¿cuándo es "a tiempo"? Yo creo que una vez tienes la enfermedad, puedes aprender a que no te controle ella a ti y controlarla, pero no creo que los pensamientos que me invaden desaparezcan algún día. Simplemente no me cabe en la cabeza que una chica como yo, pueda algún día comer tranquila sin pensar en las calorías, las grasas, o en quemar todo después. Pero tengo la esperanza de que sí, daría lo que fuera por volver a pensar así.
Me encantaría volver a la rutina de comer...

viernes, 12 de agosto de 2011

Un camino con subidas y bajadas

A medida que la enfermedad avanza, voy conociendo más su evolución y lo engañosa que es. También del poco control (o el sobreesfuerzo que hay que hacer para conseguirlo) sobre ella. Me explico;
Cuando por fin te das cuenta de que tienes un problema y lo reconoces, ya es un paso adelante. A partir de ahí, se enciende una lucecita dentro de ti que te dice que tienes que curarte, que lo que haces está mal, mientras que otra parte muy grande de ti te contradice. Ese es el dilema. Es una lucha contra uno mismo, y contra uno mismo es muy difícil luchar, pero podemos ganar: es cuestión de anteponer lo objetivo y racional a lo subjetivo. Parece fácil decirlo, y más saliendo de mí, que llevo ya un tiempo luchando.
Durante este tiempo, como casi todos/as, he tenido muchos altibajos, muchas recaídas, pero cada una de ellas me ha servido para intentar mejorar la próxima vez y aprender sobre mí misma. Me estoy conociendo mejor. Aunque a veces vuelva a fallar en lo mismo, sé que llegará el día en que deje de hacerlo y recuerde esto como algo pasado. Pensar así me anima, pero el pensamiento autodestructivo llega al mismo tiempo: ¿estaré gorda?, ¿sabré comer?, ¿cómo me verá la gente?, ¿me juzgarán? Y lo más irracional pero que no puedo evitar pensar: es mejor estar delgada, estaba mejor antes.
¿Os dais cuenta de la paradoja? Es decir, que en mi foro interno es como si hubiera un ángel y un demonio, como en las películas. El ángel quiere curarse, quiere seguir con su vida y ser feliz, mientras que el demonio... el demonio odia la vida, por eso me hace pensar esas cosas.
Entonces, ¿cómo deshacerse de ese demonio? Parece algo fácil, como sin hacerle caso ya se cansara y se fuera, pero, cuando ya crees que se fue, ¡PAM! Recaída, vuelve dentro de ti. Me da que pensar: ¿salir de esto es aprender a convivir con ello o deshacerse completamente de la enfermedad? Pensarlo me produce dolor de cabeza... es demasiado complicado, y me pone de los nervios que la gente lo vea como algo estúpido, una moda... ¿una enfermedad es una moda? ¿Desde cuando?
En fin, al final he llegado a la conclusión de que la enfermedad es como la propia vida: un camino con subidas y bajadas, que no se saber por qué, pero nos ha tocado seguirlo. Mantenerse en pie es el objetivo.

sábado, 16 de julio de 2011

Somos el reflejo de nuestro pasado y somos parte de nuestro yo del futuro

¡Hola a todos!
La verdad es que decidí crear este blog para compartir mi historia, para desahogarme y para compartir opiniones y historias con otra gente, porque sé que no soy la única que se ha visto en mi situación, sé que hay gente que ha estado peor. Voy a explicarme:

Tengo 15 años y desde pequeña siempre me había preocupado mi peso, ya que en el colegio se metían conmigo y me decían que estaba gorda (aunque siempre he sido delgada). Hace ya dos años, me fui de viaje de estudios dos meses y al volver, había cogido un poco de peso, ya que medía 1'62 m y pesaba 54 kg. Eso hizo incrementar los sutiles mensajes de mis amigas para que me adelgazara, como: "Seguro que has tenido que comprar un montón de pantalones nuevos, seguro que ya tienes una 36, con lo mona que eras". Esos comentarios me hacían sentir una mierda, aunque si ahora lo analizo, la mayoría de las chicas tienen una 38, una 36... y eso incluye esas "amigas", además, si antes estaba tan mona, ¿por qué se metían conmigo igualmente?
En cualquier caso, yo tampoco me sentía a gusto conmigo misma así que decidí adelgazar seriamente al cabo de un año. Recuerdo que empecé mirando las calorías de todos los alimentos y cada vez que comía, asegurarme de que quemaba todas las calorías ingeridas haciendo deporte. Sin darme cuenta, cada vez comía menos y hacia más ejercicio. Tenía 14 años, y cuando cumplí los 15 (justo ese día, me pesaba como 5 veces al día) medía 1'64 m y pesaba 45 kg. No me daba cuenta, pensaba que tenía que adelgazar más, incluso esas niñas que se metían conmigo se preocuparon y me dijeron que estaba demasiado delgada, que tenía que comer más, pero yo sólo me lo tomaba como otro de sus estúpidos comentarios hirientes. Pero la verdad es que tenía un problema, y lo sigo teniendo. No decidí adelgazar sólo por eso, también he tenido muchos problemas en casa, mis padres han estado a punto de divorciarse por problemas de mi madre, y ella también adelgazó mucho a causa de la angustia por sus problemas; midiendo lo mismo que yo pesaba 41 kg. Yo siempre he idolatrado mucho a mi madre, por lo luchadora que ha sido pese a todos sus problemas, así que creo que eso fue también uno de los factores que me hicieron entrar en este círculo vicioso.
Al adelgazar casi 10 kg en 3 o 4 meses, perdí la regla (que todavía no he recuperado) y también muchas fuerzas. Un fin de semana fui a casa de una amiga con otros amigos, y estando allí me cogió un hambre voraz; no podía parar de comer, ¡y eso que no estaba ni en mi casa! Imaginaos la vergüenza que pasé. A partir de ahí, empecé un círculo vicioso del que me costó mucho salir: comer muchísimo, luego estarme dos días sin comer, luego volver a comer muchísimo... Incluso algunas veces, después de los atracones, me provoqué el vómito. Gané algo de peso, hasta 47 kg, pero nunca en la vida lo he pasado tan mal. No podía parar de pensar en la comida, en que no podía comer, o en que debía vomitar lo comido.
Viéndome en esa situación, decidí pedir ayuda a mi madre, aunque ya le había comentado mis problemas (que eran evidentes), pero le pedí por favor que me llevara al médico, que no podía seguir así, llorando cada día, sin salir con las amigas como cualquier chica de mi edad. Empecé a ir a una psicóloga que me ha ayudado y más adelante y a petición de la propia psicóloga, al endocrino. Empecé a tomar medicación para la depresión y suplementos de calcio y hierro ya que la pérdida de la menstruación puede afectar a mis huesos. Hoy, mido 1'67 m y peso 47'5 kg y todavía no me ha venido la regla.
No puedo decir que haya superado del todo mi problema, pero sí sé que voy por el buen camino, y me gustaría ayudar y también recibir ayuda de todas esas personas que han pasado por situaciones parecidas, así que agradecería cualquier consejo y espero poder ayudar a alguien, y que algún día podamos decir: "YO FUI ANA" O "YO FUI MIA", y sentirnos bien al fin con nosotros/as mismos/as, aunque esa etapa de nuestra vida siempre formará parte de quién somos y seremos.